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Revista de Libros
No. 4  l  Agosto 2005


Cosecha de mujeres (Safari en el desierto mexicano)
Diana Washington Valdez
(326 páginas, Editorial Océano)

Por Juan Álvarez

A diferencia de Huesos en el desierto de Sergio González, esta investigación de la reportera de El Paso Times de la ciudad de El Paso, Texas, estructura su reconstrucción de la situación criminal fronteriza desde determinados núcleos protagónicos. Así, por ejemplo, actores de esta historia como los carteles de Tijuana y Ciudad Juárez, o la policía del estado de Chihuahua y hasta el mismo FBI, desfilan por sus páginas a partir de capítulos dedicados exclusivamente a ellos; testigos, pruebas, amenazas, aciertos, cuotas de responsabilidad y la materialización del abuso se van configurando nombre a nombre, pieza por pieza.

Esta elección, que brinda como ventaja la posibilidad de incorporar una mayor cantidad de información (información que Washington tiene y de manera privilegiada), corre sin embargo un riesgo serio: el de la desarticulación. Para ciudadanos y lectores poco enterados de la miserable situación que se vive en la frontera norte de México, el libro de Washington puede ser confuso en la medida en que, pese a la claridad de su lenguaje y a la detallada reconstrucción de muchas escenas, no hay a lo largo de sus más de 300 páginas un hilo organizador, un polo a tierra que detenga la cascada de datos y dé orden reflexivo. El libro es denuncia constante, claro, y quizá el gesto de valentía implícito en esta perspectiva sea suficiente.

En cualquier caso, y para hacerle justicia, habría que destacar sus anexos finales y su apéndice documental. Los primeros porque, aunque nada poéticos como en el caso de González, aciertan al incluir en sus cifras no sólo las mujeres asesinadas sino incluso las desaparecidas, pequeño detalle que las autoridades de Chihuahua (y en particular las de Ciudad Juárez) siempre han procurado manipular. Para ellos y su preocupación por la imagen turística de la ciudad fronteriza, es diferente discutir en el orden de las 300 asesinadas (“con más del 80 por ciento de los casos resueltos”, se les escucha decir), que soportar el hecho de que no son 300 sino más de 400, sin contar con las 260 desaparecidas (cifras únicamente de Ciudad Juárez, entre 1993 y el 2003).

El apéndice documental son alrededor de 40 fotografías, nada escandalosas, más bien rostros de dolor y protagonistas en ruedas de prensa, madres y comunidades caminando por los arenosos y humildes barriales en busca de una prenda de vestir, de una pista, de una esperanza.

Cuando apareció Cosecha de mujeres , hace apenas unos meses, en mayo del 2005, las voces del establecimiento mexicano no se hicieron esperar. Diana Washington fue acusada de sensacionalista. ¿Cómo se atrevía una gringa a hablar del caso Juárez; alguien que, a pesar de haber crecido a un kilómetro de las garitas de entrada a México, no sabía nada de la realidad de la frontera? El argumento que más se leyó en esos días fue el de las cifras. En su libro la señora cometía la irresponsabilidad de hablar de 400 casos. Curioso. Esa es la cifra que se maneja en el prólogo, porque, como ustedes saben, los prólogos son así, generales, aproximativos. A la hora de la verdad, cuando uno se mete en el libro y llega hasta sus anexos finales, descubre que, justamente, Diana Washington habla de muchas más que 400. Pero esto, claro, los detractores no lo alcanzaron a leer.

 

 

 

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