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Revista de Libros
No. 4  l  Agosto 2005


Cazador de mitos

Del romanticismo al realismo social y otros ensayos
Alejandro Gaviria
(211 p, Norma y Ediciones Uniandes)

Por Johann Rodríguez-Bravo

Tengo que reconocer que el canal Discovery me gusta, sobre todo por Cazadores de mitos , ese show en el que dos personajes ponen a prueba su ingenio para aceptar o rechazar hipótesis que el común de los humanos hemos convertido en mitos. Guardando las proporciones, creo que Alejandro Gaviria, en este libro, también juega a ser un desmitificador, como los locos del programa, pero en su caso, ocupándose de paradigmas sobre el origen y solución de los problemas nacionales.

Los ensayos del libro, en conjunto, son una muestra de ironía, lucidez, y sobre todo, humor negro. Allí el autor hace de árbitro entre opiniones encontradas con relación a diferentes temas de la realidad política, social y cultural del país; y dado que su propósito es la divulgación, el libro no tiene el rigor académico de un paper , pero, tampoco, la ligereza de una columna de opinión.

Del romanticismo al realismo social y otros ensayos se compone de tres partes: la primea y la última muestran al economista escritor que parte de los datos y los modelos teóricos para lanzar propuestas (a veces escondidas) al fuego de un debate nacional; y la segunda, que deja ver los vuelos de un pluma literaria. En el libro se ve, en total, la unión de dos buenas cualidades: el rigor de la lógica ensayística y los aciertos de una prosa bien cuidada.

Alejandro Gaviria es un economista que, aunque seducido por la demostración empírica, no ha perdido la sensibilidad humanística. Conocimiento y reflexión, definirían su estilo en un libro en el que habla del equilibrio presupuestal y de los problemas del desarrollo en América Latina con la misma intensidad literaria con que lo hace sobre un posible Joseph Conrad en Cartagena y sobre los deslices del poeta William Ospina al opinar sobre el mundo.

Es claro que el autor le habla a un lector no especialista que, apabullado por los discursos callejeros sobre economía, pide a gritos gasto social y gasto social. También se dirige a aquellos que, desconociendo el avance de la técnica en las ciencias sociales, opinan con pasión sobre temas que desconocen. Le habla, como en todo libro bueno, a los lectores curiosos que están dispuestos a aceptar que determinadas cuestiones que parecían de un sólo color tienen matices.

Dije que el libro tiene un toque de Discovery Channel y lo repito. Aunque Gaviria sabe poner sal en la herida y quiere ser un aguafiestas en el festival de las soluciones de bolsillo, hay que decir que muy pocas veces concluye o toma partido. Por lo general, se lava las manos quedando en la mitad, en un no sé , en un ahí verán , como la mayoría de los documentales que pasan por el canal antes citado; pero como no está evaluando una teoría ni corriendo un modelo econométrico, da en el clavo al poner de revés algunas consideraciones ligeras de la crítica popular.

Si hay algo que brilla entre las páginas son las frases que punzan como dardos, las que desbaratan los mitos. Ésta, por ejemplo, que parece un diamante de ironía y que podría servir de haraquiri: “crudamente las predicciones optimistas son poco más que opiniones (propias o inducidas) empaquetas en forma de modelos”; y esta otra que contiene una profunda crítica a la idea de redención: “las sociedades con remordimiento tienden a hacer pendejadas”. Hay que leer todos los ensayos para disfrutar las circunstancias que hacen posible que Gaviria concluya sus textos con frases o pensamientos lapidarios.

Lo que más saludo en el libro son los apéndices bibliográficos que acompañan a cada uno de los ensayos. Estos demuestran, una vez más, la necesidad del autor para seguir siendo riguroso —como en sus artículos de Fedesarrollo y el DNP—, para no pasar por mero especulador (porque si hay algo que teme un economista serio, es que lo tomen por mago), para mantenerse del lado científico al que pertenece. Sus referencias bibliográficas van más allá de esa propiedad obligatoria de la academia y se convierten en bocadillos literarios.

Quizá el mejor ensayo sea la crítica que hace del libro de William Ospina, Los nuevos centros de la esfera , en el que no deja, de ningún modo, su contundencia referencial y sus opiniones argumentadas. Nunca pensé que alguien me haría reír con temas como el déficit presupuestal y la reforma laboral.

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