| Contenido | Contáctenos | Información sobre suscripciones | Paute en piedepágina 
Revista de Libros
No. 9  l  Octubre 2006


Abril rojo
Santiago Roncagliolo
(329 p, Alfaguara)

Por Natalia Pianzola

En la realidad latinoamericana abundan las historias de horror. Un horror y una violencia que muchas veces nos negamos a afrontar, y que permanecen impunes, gravitando como agujeros negros en la memoria colectiva. Abril rojo , Premio Alfaguara 2006, consigue dar un giro, por lo menos novedoso, en la tradición que une compromiso político y literatura en Latinoamérica. Porque se trata de un thriller en toda regla, con brutales asesinatos seriales y un detective atribulado, escrito con lenguaje directo y ritmo veloz. Un texto sin prejuicios en el que también se advierten las influencias cinematográficas declaradas de Seven o El silencio de los corderos . Pero no estamos en Los Ángeles, sino en Ayacucho, Perú, y el investigador ni es privado, ni se llama Marlow. El fiscal Félix Chacaltana es un funcionario reglamentista y apocado que debe investigar, o eso piensa él, un crimen espantoso. Esto sucede en la Semana Santa del año 2000, en vísperas de las elecciones en las que Fujimori, que asegura haber acabado con la guerrilla senderista, busca la reelección. Pero el fiscal, que en realidad desearía archivar el caso, se las tiene que ver de frente con el terror de las secuelas oscurísimas de la guerra del ejército con Sendero Luminoso. Y allí, entre liturgias religiosas y ritos indígenas, Chacaltana va descubriendo lo que no quería ver: la locura mesiánica de una guerrilla que creía derrotada, la violencia demente del poder militar, igualados en un baño de sangre y sinrazón. La corrupción y el abuso de poder van desvelando su rostro deforme y siniestro ante un detective que preferiría no investigar. La estructura de thriller le sirve a Roncagliolo para construir un relato terrible, que va perdiendo el humor a medida que interna a su personaje, incrédulo, en un espanto que para él no tiene traducción en el Código Penal. Es el trepidante viaje al fondo del horror de un pusilánime, que no sale indemne del convite.

“Siempre quise escribir un thriller, un policial sangriento con asesinos en serie y crímenes monstruosos. Y encontré los elementos en la historia de mi país”, dice el autor y tan nítida como esta declaración de intenciones es la materia de esta novela, en la que el fondo de la violencia política y las claves del género negro se funden con eficacia.

Volver arriba


Todos los derechos reservados. | Imagen y texto © Revista piedepágina