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Testimonios sobre El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince


Legitimidad espiritual

Alejandro José López Cáceres

Acabo de leer, fascinado y conmovido, El olvido que seremos , la más reciente obra de Héctor Abad Faciolince. Y al interrogarme por las razones que me han hecho recibir este libro de modo tan entrañable, me vino a la memoria un episodio ocurrido hace ya casi dos lustros. Había llegado a Cali Jaime, El Mono Osorio, para orientar un taller de guión cinematográfico. Aunque sabíamos que él se sentía siempre más productor que cualquier otra cosa, conocíamos perfectamente su larga trayectoria como cineasta, la cual incluía, entre muchos méritos patentes, el de haber dirigido Confesión a Laura - una de las mejores películas que se han hecho en nuestro país - , y el de haber asesorado numerosos guiones y proyectos audiovisuales. Así que nos inscribimos y allá fuimos a dar.

El Mono, quien no gustaba de teorías “in abstracto” cuando de trabajo creativo se trataba, puso como condición de ingreso que todos los participantes llevaran sus respectivas historias originales. Cada quien se concentraría en la suya durante el taller mientras los demás le harían comentarios y aportes. Como yo no tenía ninguna, me inventé una anécdota a última hora, cualquier cosa, una ocurrencia sobre la cual no tenía interés genuino, pero que me serviría - eso creía yo - , para salir del paso y resolver lo del requisito. El punto era que no estaba dispuesto a perderme aquel diálogo prolongado con Jaime sobre ese tema que tanto me apasiona: el guión.

Pero la suerte no estuvo de mi lado; o mejor dicho, sí. En la primera sesión, se nos propuso que leyéramos cada una de las sinopsis; y, entonces, me correspondió el primer turno. Apenas terminé, El Mono me fulminó con una pregunta tan insólita que, en aquel momento, me pareció hostil:

- ¿Cuál es tu legitimidad espiritual respecto de esa historia?

Me quedé paralizado. Jamás había oído aquella expresión y, francamente, me sonaba más a superstición o nigromancia que a concepto narrativo. Al comienzo traté de defenderme, de patalear, hasta que la conversación me fue llevando al meollo del asunto y conseguí entenderlo. Se puede redactar sobre cualquier cosa, pero sólo es posible Escribir aquello que de verdad te incumbe. Seguramente, la diferencia entre el arte y el mero divertimento tiene que ver con este misterio.

He seguido la polémica que por estas fechas se ha generado sobre los “Best Seller” en Colombia, los comentarios, las descalificaciones, la feria de las vanidades. Tantas vestiduras rasgadas me han llevado a recordar las palabras de Sergio Pitol durante una entrevista que concedió en el 2005: “Siempre ha habido literatura de entretenimiento. El problema de hoy es que los autores que la fabrican se creen la publicidad, y luego exigen ser tratados como eminencias”. Y la verdad es que al recorrer los estantes de nuestras librerías, uno se topa con decenas de textos que han sido redactados, incluso bien redactados; pero encontrar alguno que haya sido verdaderamente Escrito es casi un milagro.

Entonces sucede que cuando hallás una obra como El olvido que seremos , sabés que estás ante algo excepcional. Porque en este maravilloso libro de memorias, Héctor Abad Faciolince ha ido a fondo consigo mismo y ha logrado sobreponerse también a las tentaciones que rondan este tipo de escritura, como la de sacarse en limpio o la de ocultar el lado oscuro de las personas que se aman. En lugar de eso, él ha escogido instalarse en una sinceridad descarnada y dolorosa. El resultado es esta obra por demás indispensable para comprender la historia reciente de nuestro país, un libro con verdadera legitimidad espiritual. Debo cerrar diciendo que El Mono Osorio falleció en septiembre del año pasado y que nuca pude agradecerle esa lección a la vez tan honda y tan sencilla.            

Cali, abril 3 / 2007
Leerlo también en la Revista Diez Dedos